14 nov 2011

¡¡Ni un femicidio más, ni una mujer menos! A propósito del Día Internacional de la No violencia contra las mujeres


Por
Magíster Silvana Martínez
Docente Investigadora de la UNaM
Presidenta del Instituto de Género y Desarrollo Humano
Doctor Juan Omar Agüero
Director del Proyecto de Extensión
Género, Violencias Sociales y Derechos Humanos de la UNaM

El 25 de Noviembre de cada año no es un día más: Es el día internacional de la no violencia contra las mujeres declarado por las Naciones Unidas. En este día no podemos evitar pensar en los derechos que todavía siguen vulnerados y negados a las mujeres, como por ejemplo el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, el derecho a vivir una vida sin violencia, el derecho a no ser violentada por el solo hecho de ser mujer, entre otros. Es un día para no olvidar el compromiso de seguir luchando, para no bajar los brazos porque ¡todavía falta mucho!
Falta mucho porque si bien las normas sancionadas en nuestro país son conquistas importantes, tal como el caso de la Ley 26.485, denominada “Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales”, es evidente que con esto no alcanza, ya que se puede observar fácilmente y es un dato de la realidad que existe una brecha enorme y muy profunda entre el derecho formal y el derecho real. Lo real es que nuestras mujeres y niñas siguen muriéndose por muchos motivos evitables y prevenibles. Lo real es que muchos sectores conservadores y reaccionarios siguen decidiendo por la vida y el cuerpo de nuestras mujeres y niñas. Lo real es que tenemos una alta tasa de femicidios, es decir, asesinatos de mujeres y niñas. Y Misiones no es la excepción. Lo real es que nuestras mujeres y niñas pobres son las más vulnerables, las más desprotegidas y las más propensas a morir. Y esto se debe a las profundas desigualdades que existen para el ejercicio efectivo de los derechos, como el acceso a la información, a los servicios, a la educación, a la educación sexual, a las oportunidades laborales, entre otros.
Hoy se debate en el país la necesidad de sancionar una ley que permita la interrupción voluntaria del embarazo. Esta ley es justamente la que vendría a equiparar las posibilidades reales entre aquellas mujeres que tienen recursos económicos y llevan a cabo esta práctica en condiciones seguras y aquellas otras miles de mujeres que careciendo de estos recursos tienen que recurrir a prácticas clandestinas, poniendo en grave riesgo sus vidas, como el caso de la niña de 13 años de la ciudad de Salta, que murió hace unos días tras realizarse una interrupción de embarazo en estas condiciones.
Más allá de que muchos sectores de la sociedad se hagan los distraídos y miren para otro lado, más allá de que otros nieguen la realidad y quieran tapar el sol con las manos, lo cierto es que en nuestro país se realizan por año unas 500.000 interrupciones de embarazo clandestinas, según las propias estimaciones oficiales a nivel nacional. Lo cierto es que estas prácticas sean la principal causa de mortalidad materna en Argentina. Lo cierto es que los sectores conservadores y reaccionarios plantean un dilema absolutamente falso cuando sostienen que ellos están a favor de la vida y quienes apoyan esta ley están a favor de la muerte. Esto es absolutamente falaz y malintencionado. Los que sostenemos que estamos a favor de la sanción de esta ley, no solamente estamos a favor de la vida sino que la estamos defendiendo, tratando de evitar muchas muertes de mujeres, es decir, defendemos la vida: las vidas de nuestras niñas y las vidas de nuestras mujeres. Lo más lamentable aun es que como respuesta a este grave problema, sólo proponen dar “contención” a aquellas mujeres y niñas que han quedado embarazadas de manera involuntaria. ¿A qué se refieren con “contención”? ¿Quiénes harían esta “contención”? ¿Aquellas personas que desde un lugar cómodo, hipócrita y moralista sentencian lo que deberían hacer las mujeres? ¿La “contención” que en Misiones le dieron a nuestra niña de 14 años embarazada como producto de la violación de su tío y a quien le negaron la interrupción del embarazo? Aquí queda en evidencia una doble perversión. Por un lado, estos “juzgadores” de la vida ajena se niegan a la educación sexual en las escuelas, se niegan al uso de métodos anticonceptivos, pero por otro lado, cuando se producen embarazos no deseados, muchas veces producto de violaciones, se niegan a que las mujeres y niñas decidan qué hacer con sus propios cuerpos. Este es un tema álgido si los hay y requiere del compromiso y la toma de postura de todos los sectores de la sociedad. Es fácil hacerse los/las progresistas y los/las defensoras de los derechos de las mujeres, pero cuando se tiene que tomar postura en un tema tan grave como éste, meten la cabeza bajo la tierra como el avestruz, en una actitud absolutamente cobarde y miserable. Creemos que este debate servirá para saber quién es quién, para saber quiénes damos la cara por la defensa irrestricta de los derechos de las mujeres y quiénes sólo lucran con estos derechos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario